Hormonas: determinan tu figura
Salud Delgado Fuentes
Alimentarse de forma equilibrada y hacer ejercicio físico son factores clave a la hora de mantenernos sanos y en forma. Sin embargo, es cierto que no todos tenemos la misma facilidad para acumular o eliminar grasa, sobre todo en determinadas partes del cuerpo.
Un ejemplo de ello es la diferente distribución de la grasa corporal que presentan hombres y mujeres, esto se debe principalmente a las hormonas sexuales que son las responsables, entre otras cosas, de marcar las diferencias entre ambos sexos.
Sin embargo, estas no son las únicas hormonas que influyen en nuestro peso: existen hormonas que favorecen la acumulación de grasa por nuestro organismo, que influyen en que el metabolismo se acelere o se ralentice, que disparan en determinadas circunstancias nuestra sensación de hambre…
Y es que las hormonas influyen en multitud de procesos. Prácticamente todas las funciones corporales se encuentran reguladas por ellas. Las hormonas, podría decirse que son los mensajeros químicos del cuerpo y su desequilibrio puede provocar serios trastornos.
Cuando pensamos en hormonas que influyen en que ganemos o perdamos peso, inevitablemente vienen a nuestra mente la hormona tiroidea, la testosterona, los estrógenos y la progesterona pero no son las únicas. Aquí desvelamos la importancia de las otras:
– Cortisol: Se trata de un esteroide glucocorticoide producido en las glándulas suprarrenales y que interviene en el metabolismo de los hidratos de carbono, de las grasas y las proteínas. También interviene en la regulación de homeostasis del agua y los electrolitos y disminuye la acción del sistema inmune.
Se conoce como la hormona del estrés porque su secreción se dispara como respuesta a este. Cuando aumenta la secreción de cortisol, aumenta la sensación de hambre, el deseo de consumir alimentos ricos en hidratos de carbono, aumenta la glucemia y la tendencia a acumular grasa, fundamentalmente a nivel abdominal.

– Ghrelina: Es conocida como la “hormona del hambre”. Es sintetizada en el estómago y entre otras funciones se encuentran la de estimular la secreción de GH (hormona del crecimiento) y la de actuar como orexigénico (sustancia capaz de despertar el apetito). Es importante evitar altibajos en la secreción de esta hormona si queremos evitar la sensación de hambre voraz que nos lleve a comer de forma incontrolada. Para ello lo mejor es no pasar demasiadas horas sin ingerir alimentos, lo ideal será comer frecuentemente (cada dos o tres horas) y siempre en pequeñas cantidades.
– Leptina: Esta hormona se produce fundamentalmente en los adipocitos, es decir, en las células del tejido adiposo e informa al organismo de la cantidad de grasa existente en el cuerpo, reduciéndose así la sensación de hambre. Un descenso de leptina en sangre disminuye la función tiroidea y enlentece el metabolismo. Las dietas muy restrictivas, los ayunos prolongados, y las pérdidas de peso bruscas, disminuyen la secreción de leptina y por tanto pueden hacer que nuestro metabolismo se frene provocando que no perdamos peso como desearíamos. Un dato curioso: muchas personas obesas presentan resistencia a la leptina, por lo que su metabolismo no se acelera ni disminuye su apetito, a pesar de presentar elevados niveles de esta hormona en sangre.
– Irisina: Esta hormona es generada en el tejido muscular y su secreción es desencadenada con la actividad física. Interviene en la termogénesis y en la quema de calorías tanto durante la actividad física como tras ella.
Estas son algunas de las hormonas menos conocidas que intervienen en la alimentación, la quema de calorías y en nuestro metabolismo en general. Como veis se trata de un proceso químico complejo que debe estar equilibrado para mantener nuestra salud.